martes, 28 de julio de 2009

MATEO 7,24-27


Hagamos la comparación de nuestra vida con una casa: ¿Poseemos un buen cimiento, una buena base firme? … ¿cómo están las vigas de amarre?, ¿cómo están las columnas? ¿Existen grietas en las paredes y el techo?…

Sabios que construyen sobre piedra.
Conozco personas que tienen su cimiento en Jesucristo, y tienen muchas dificultades: desconsuelos, falta de dinero, son calumniadas… sin embargo, guardan su confianza en Jesucristo; saben que él les va a sostener mientras pasa la calamidad.
Quienes estamos en camino con Jesucristo, tenemos dificultades, porque unos padecemos por una cosa y otros por otra. ¿Cuál es la diferencia? que aunque los problemas sean más grandes que nosotros, creemos en Jesucristo y las cosas son más llevaderas. Son los mismos problemas, pero con una visión de esperanza…

Necios que construyen sobre arena.
Conozco también personas que buscando de Jesucristo, se dejan llevar por el viento; entonces van a un culto y otro… buscando externamente, cuando las respuestas a sus inquietudes las tienen internamente, porque es el Espíritu Santo quien obra. Lo peor de toda esta historia, es que al final no quedan en ninguno grupo religioso, que les alimente en la fe. Entonces, viven resentidos, dolidos, en el chisme… con una institución, cuando la responsabilidad de vivir una fe es tan particular.

Consideraciones varias.
Lógico es normal, a veces creemos construir sobre una base solida, cuando en la realidad construimos es en la arena. Con el tiempo se desmorona aquella “casa” y muchas veces tendremos que empezar a construir de nuevo. De acuerdo como queramos de alto el edificio, igualmente requerimos de unas bases grandes.
Jesucristo nunca dijo: les prometo que no habrán vientos impetuosos… En cambio si llegó a decir: “Yo Soy la vid, quien está unido a mi da mucho fruto…” “Yo Soy la luz, quien me sigue no camina en tinieblas…” En fin, “Si el Señor, no construye su casa en vano se cansan los constructores”
Un feliz día, un abrazo.

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