miércoles, 15 de julio de 2009

LUCAS 13,1-9


“Jesús les dijo esta parábola: Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Entonces dijo al mayordomo: Córtala. ¿Para qué va ocupar terreno en balde?”.
Según la tradición, Buda se sintió iluminado mientras meditaba a la sombra de una higuera. Por lo cual sus discípulos la llamaron el árbol de la sabiduría. Se cultiva en el Oriente Medio desde tiempos antiguos y sus frutos, que además tienen virtudes curativas, se comen frescos o conservados en miel. En tiempos de Jesús, todo israelita acomodado poseía una higuera en su huerta. Mientras otras crecían entre los viñedos.
¿Qué nos enseña el evangelio con esta parábola? ¿Qué significa dar fruto? ¿Tenemos higueras por arrancar o por abonar? ¿Qué quiere decir ese año entrante?
Sobre la superficie del planeta: 510.101.000 kilómetros cuadrados, hay un pequeño espacio que cada quien llamaría mi lugar. ¿Lo estaré yo ocupando en balde?

Miremos nuestra vida: Qué pasa cuando se tiene un carro destartalado que lo que produce son gastos y gastos, que le suena hasta la pintura… lo mejor es invertir en otra cosa más rentable y salir de él lo más pronto posible. O un colino, cuando no se le ve esperanza de nada, simplemente se corta y se pica en pedacitos para abono de la tierra y sirve de nutriente para los otros colinos que llegarán a ser matas de plátano productivas. Una persona que sigue con su mentira, su vicio… dice la señora: “ya me cansé” tanto tiempo aguantando para qué… en fin… El ser humano de la parábola sintió desilusión, como todos la podemos sentir en algún momento: llevo tres años viniendo a buscar fruto y no lo encuentro…
La actitud más racional es “Cortar” y muchas veces de raíz. Sin embargo aquel mayordomo, hombre de experiencia que sabe que hay plantas que tardan en dar frutos, por varias razones, intercedió a favor de la inútil: “Señor, déjala todavía este año. Yo cavaré a su alrededor”. Abonaré el lugar, mezclaré con ceniza de ramas secas… “Si no, el año que viene la cortarás”.
Mucha paciencia nos tienen nuestros seres queridos y nuestro Dios; pero esta actitud requiere de nosotros un cambio responsable. Muchos intervienen por nosotros y hasta sufren para que tengamos un cambio; sin embargo, seguimos dormidos. ¿Qué hacer para despertar?

Dar buenos frutos: Se trata ante todo de ser responsables con nuestra existencia, de tal manera que Dios esté contento, porque también se benefician nuestros prójimos. Debemos aprovechar más el tiempo que Dios nos concede para convertirnos de verdad a su evangelio. Se trata de rehacer situaciones a conciencia para que haya mayor confianza, armonía, respeto… en nuestro hogar. Se trata de empezar un cambio desde el corazón y con la ayuda de Dios.
Que tenga un esplendoroso día. Un abrazo…

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