domingo, 24 de octubre de 2010

LUCAS 18,9-14

Cuando miro a mi alrededor me doy cuenta que existen algunos esposos que se sienten seguros de su esposa y entonces, le alzan la voz, la maltratan... veo también algunos hermanos pentecostales que condenan y desprecian a los demás... veo mi país que compra armas, porque se quieren sentir más seguros... Todas estas son falsas seguridades, porque la verdadera seguridad no se compra con trabajo, cosas, ni comportamientos... La verdadera seguridad la regala Dios, por puro amor.
Yo puedo ser un fariseo y vanaglorierme que yo si me salvo, que si pago el diezmo, si ayuno, si cumplo la norma... Pero lo que la Palabra me pide es: sentirme frágil, débil, pecador en Dios amor. Me pide que sea humilde. Que mire mi interior y ponga la confianza en él, no en las cosas externas. Que mi oración sea desde el corazón, sin mucha palabrería... para que Dios se pueda enaltecer.