lunes, 13 de julio de 2009

JUAN 15,18-21


Amar en situaciones adversas generalmente es complicado. Jesús les había dicho a los discípulos: “Los he destinado para que vayan y den fruto” La vivencia misionera de ir y dar fruto implica dos momentos, que pueden ser violentos para nosotros.

El salir de nosotros mismos. En misiones como en la vida diaria es morir a cosas personales y presentarme al nivel sencillo de la comunidad. Como decía Juan Bautista: “Tengo que disminuir, para que otro crezca” voluntad de morir al pecado para nacer de nuevo y dar vida.
Nosotros como discípulos del Señor, nos parecemos a los árboles frutales; más fructíferos son entre mayor cantidad de semillas mueran.
Otro momento que puede ser violento es:

El encuentro con los demás. Somos enviados por el Señor a dar fruto y nos encontramos en misiones con: personas que nos cierran la puerta, personas absorbidas por sus trabajos, indiferentes, que nos contradicen, nos presionan y nos persiguen… El discípulo tiene que aprender la lección de comprender a sus contrarios, porque si no se desanimara y hará que los recién convertidos les pase lo mismo. Y esto es válido para todos los estados de vida.
Aunque el encuentro con los demás es gratificante, es normal también que una persona que inicie el discipulado, encuentre situaciones contradictorias: en su familia (Es el caso de San Alfonso), entre sus amigos y en terceros.
¿Qué hacer entonces?
La sicología nos habla de una palabra que es la RESILIENCIA: Por resiliencia se entiende como la capacidad de sobreponerse a la adversidad y salir fortalecido de esa experiencia.

¿Cómo cultivamos la resiliencia?
-Aumentando nuestra autoestima. Puede ser mediante unas palabras: Yo puedo, voy a salir adelante con la ayuda de Dios. (Video de Tony Meléndez).

-Sacarle humor a la situación. Esto permite ahorrarse sentimientos negativos, aunque sea transitoriamente.

-Haciendo Introspección. Es el arte de preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta. Revalorar

-Incentivando la creatividad. La capacidad de crear orden, belleza y finalidad a partir del caos y el desorden. Fruto de la capacidad de reflexión, se desarrolla a partir del juego en la infancia.

-Potenciando la capacidad de relacionarse. Es decir, la habilidad para establecer lazos e confianza con otras personas, para balancear la propia necesidad de afecto con la actitud de brindarse a otros.

Según el evangelio de hoy existen tres cosas básicas para tener presentes, en los momentos de adversidad:

Contemplar a Jesús crucificado. Dice el evangelio: “Si el mundo los odia, sepan que a mí me ha odiado antes que a ustedes” El discípulo debe comprender que el odio de la sociedad, no es nada personal contra usted. El odio y la apatía de algunos frente a la iglesia; es un comportamiento que se da por muchos factores: anti testimonios, ignorancia, influencia de grupos evangélicos, los medios de comunicación social…

El discípulo ante una situación adversa debe contemplar el rostro de Cristo y preguntarse: ¿Qué haría Jesús en mi lugar?

Tomando conciencia, que somos hombres nuevos. Dice el evangelio: “Si fueran del mundo, el mundo amaría lo suyo, pero como no son del mundo… por eso, el mundo los odia” Esto sucede porque el discípulo ya es una persona nueva. Solo que la realidad nos dice que precisamos de una conversión duradera.

Para reflexionar: Si no hay rechazo, quiere decir que no somos todavía hombres nuevos.
El mundo se refiere aquí, a todas aquellas personas que se cierran a sí mismas y son indiferentes a las cosas de Dios. Por eso dice el evangelio, que los discípulos no son del mundo y por eso los odia.
La sociedad siempre nos presiona para que nos amoldemos a ella. Que el último grito en la moda, que el celular no se qué, porque tiene no se qué… Ahí, se ve que estamos lejos de Jesús y absorbido por el mundo
Nosotros los discípulos del Señor, no debemos dejarnos poner en crisis, por el hecho que nos rechacen, critiquen y nos ataquen. El discípulo tiene que volcar la mirada que en Jesús, hombre nuevo.
Mirar hacia adelante. “Acuérdense de la Palabra que les he dicho: el siervo no es más que su señor” El cristiano debe guardar la esperanza que esto pasará también, por más difícil que sea. El discípulo ha de reconocer que para resucitar, hay que pasar necesariamente por la cruz.
Un abrazo, feliz día.

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