lunes, 27 de julio de 2009

MATEO 13,47-53


“También se parece el reino de los cielos a una red echada al lago, que recoge peces de toda clase. Cuando se llena, los pescadores la sacan a la orilla, se sientan y recogen en canastas los peces buenos, y desechan los malos”…

Quien ha compartido con los pescadores sabe lo que significa el arte de la pesca: Sabe lo que significa salir toda una jornada y no encontrar nada de alimento para la familia o al contrario la alegría cuando se consigue algo; quien ha compartido con los pescadores sabe de la subienda, de la estrategia adecuada para encontrar los peces y sacarlos, del silencio, de la comunión de familia, de la escogencia de los peces… El Reino de Dios son vivencias de los valores a nivel de lo cotidiano.

Todos somos convocados.
Cuando unos pescadores lanzan la red, es a todos los peces. Así es Dios, se ha unido al Hijo y al Espíritu Santo para atraparnos a todos en su red. El quiere que estemos gorditos y grandes para que seamos alimento nutritivo. El quiere que estemos al punto, bien alimentados, con calidad física y espiritual, que pasemos la prueba y seamos seleccionados.

Todos gozamos de una oportunidad.
Los peces que les faltan el peso y la talla apropiada, que están pequeños todavía son devueltos al agua. Existe un tiempo para sumergirnos en el agua (bautismo) y empezar a mejorar nuestra vida realmente, hasta que llegue nuevamente la oportunidad que Dios nos da, para caer en su red y ser alimento de vida para los demás.

Todos podemos quemarnos en el intento.
Cada día es una oportunidad para mejorar nuestra vida en algo, sin embargo, si nos enflacamos espiritualmente, difícilmente seremos seleccionados. Dios decide sobre nuestra hora y esperemos que nos encuentre libres de culpas. El horno será la consecuencia de nuestros malos comportamientos.

Unas invitaciones.
Nosotros debemos ser como aquellos peces, que al mirarnos Dios, decida llevarnos, dado que nuestra vida ha sido de calidad.

Así como aquellos peces, nosotros también seamos motivos de elección, para todos aquellos que buscan de Jesucristo. Porque al ver nuestro proceder les remite a un estilo de vida de realización personal.

Aquellos peces no necesitaron hablar mucho, Dios los conoció desde su apariencia, porque él mira el corazón. Alimentémonos pues espiritualmente y esperemos a que Dios nos seleccione a una nueva vida.

Que tenga un esplendoroso día. Un abrazo.

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