jueves, 9 de julio de 2009

JUAN 20, 11-18


Cuando vamos a la funeraria o a la casa donde están velando una persona, todos los que están ahí, algo tienen que ver con el difunto.
Un encuentro. Ese encuentro pudo ser cercano como un esposo con su esposa… También pudo ser lejano, por ejemplo cuando murió el Papa Juan pablo II, que muchos lloraron y aunque no le conocieron o lo saludaron o hablaron con él, era su amigo porque el encuentro lo realizaron mediante su mensaje.

Una identidad. Así sea algún despistado que vaya al velorio, en lo más profundo de su ser le interesa la otra persona y es porque nosotros los seres humanos, nos identificamos: tenemos unas manos, una cabeza, unos pies… o es qué usted le va a decir a una vaca: “buenos días” ¿cómo amaneciste mi amor? ¿Vamos de compras? ¿hagamos éste proyecto?...
¿Por qué hablo de todo esto?
Porque el evangelio habla de María Magdalena y su encuentro con Jesús le cambió la vida. Dice el evangelio (Lc 8:2), "Le acompañaban los doce y algunas mujeres que habían sido curadas de enfermedades y espíritus malignos: María, llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios [...]".
Fue el encuentro con Jesús que la sanó y la liberó. Se dice que, a partir de su sanación, María Magdalena alojó y proveyó materialmente a Jesús y a sus discípulos durante su predicación en Galilea. Es decir, después del favor recibido se comprometió con la obra de la evangelización.
Podemos preguntarnos: ¿Cómo está nuestro encuentro con Jesucristo sanador y liberador? De pronto a lo mejor gozamos de salud física, pero en cuanto a salud espiritual, nos falta. De pronto hemos sido sanados por Jesucristo y nos falta colaborar más con sus discípulos y sus obras.
Vimos en estos días que María Magdalena, estaba junto a Jesús en la cruz. Tres de los evangelios están de acuerdo: Marcos (Mc 15:45-47), Mateo (Mt 27:55-56) y Juan (Jn 19:25). Quiere decir que lo que le sucedió a María Magdalena fue más que un encuentro y un compromiso eventual con la obra misionera. La Magdalena siguió comprometida de lleno en los caminos del evangelio, cuando los discípulos huyeron por miedo a los romanos.
Ahora vemos, que María Magdalena, llega al sepulcro de Jesús de madrugada y se encuentra llorando. María Magdalena, sabe porque llora, por eso le responde a los ángeles: “porque se han llevado el cuerpo de Jesús” ¿A quién lloramos? ¿Tenemos claridad cuando lloramos? ¿Sabemos dónde está Jesús?... A veces, he preguntado a quién llora ¿por qué lo haces? Y responden: “no se”; son muchos sentimientos encontrados.
María Magdalena llora por Jesús, es decir entendió su proyecto. Algunos dicen por ahí y sin fundamento que María Magdalena habría sido la esposa, o la compañera sentimental, de Jesús de Nazaret y que el machismo de las primeras comunidades hizo que la Iglesia Católica, la liderara Pedro y no María Magdalena.
Lo que sabemos con seguridad por medio de los evangelios, es que María Magdalena, era una de los discípulos de Jesús y la primera que ve a Jesús resucitado, quien comunicó la noticia a Pedro y a los demás apóstoles. (Mt 28:1-5, Jn 20:1-2, Mc 16:1-5, Lc 24:1-10). Y la iglesia católica la tiene como santa María Magdalena. Celebra su fiesta el 22 de julio. En Europa, son muchos los templos y santuarios dedicados a ella. Dios te bendiga. Un abrazo fraterno.

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