viernes, 24 de julio de 2009

MARCOS 10,17-27


En general tendemos a la dobles. Por una cara: oramos con piedad, reconocemos a Jesús como Maestro, cumplimos los mandamientos... Por la otra: Nos apegamos a lo material, queremos acaparar egoístamente, nos atrapa fácilmente la tecnología… Nos parecemos mucho al joven rico de la parábola. Y nos parecemos, porque consideramos difícil negarnos a nosotros mismos y entregarnos de lleno en el seguimiento de Jesucristo.

Caridad exigente.
La exigencia del seguimiento de Jesucristo es grande, nada se quita a los mandamientos de la antigua ley. Se exige renuncia completa. A nosotros, se nos pide dar el paso si queremos avanzar a la vida plena, a la vida de alegría, de libertad, paz verdadera… que es la vida eterna desde aquí en la tierra
Jesús responde ¿"Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino solo Dios". Sin duda el joven esperaba que la caridad de Jesús fuera menos exigente. Jesús lo desengaña afirmándole que su caridad es idéntica a la de Dios.
Nosotros fácilmente nos dejamos llevar por el entusiasmo del momento y pretendemos que es suficiente. Sin embargo, las palabras de Jesús van dirigidas a la vida eterna; por eso la exigencia es grande: renuncias, sacrificios… ¡Ojo! Es en la línea de la vida plena…Lo digo porque podemos caer en fanatismos acomodados a nuestros antojos e intereses y eso no es de Dios. Jesús es el paradigma a seguir. Por eso, él que es bueno y amable exige mucho a los llamados.

La mirada de cariño.
San Marcos lo dice claramente: "Jesús fijó su mirada sobre él y lo amó". ¿Cómo miramos nosotros a nuestro prójimo?
Nosotros que vamos conociendo más del amor de Dios, nos corresponde por lógica; ser mejores que nuestros abuelos y padres. Porque el crecimiento en el camino de la vida plena así lo exige. Necesitamos hoy miradas de mucha tolerancia, de comprensión, de paciencia… Lo curioso es que sabemos las cosas de Dios, pero el mundo nos atrae con su fuerza y no pasamos del montón porque nuestras respuestas son inconstantes y egoístas.

Una invitación.
Busquemos de Jesucristo y de la Virgen María y alejemos de nosotros las falsas seguridades. Pasemos a otro estadio de nuestra la vida: “Vende todo lo que tienes y reparte el dinero a los pobres. Después ven y sígueme”. Es decir, cambia para bien tuyo y de los demás muchos anti valores. Ejemplo: Vende hablar mal del prójimo y reparte palabras de vida. Otro ejemplo: Dios te ha dado muchos bienes, has un ejercicio de desapego y ayuda a alguien que realmente lo necesite. Así, vamos siguiendo a Jesucristo verdaderamente.
Despréndete de un poco de tiempo y comparte con tu familia, despréndete de las comodidades y participa de una campaña social… Ojala cada uno de nosotros tuviera mucho, mucho dinero, bienes… y una grande capacidad de mayor servicio y donación, para tantas personas que realmente lo necesitan.
Un abrazo, buen día.

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