martes, 9 de junio de 2009

MATEO 7,24...




Hay realidades que confrontan nuestro testimonio y nuestra fe se pone a prueba. Es el Espíritu Santo que de alguna manera nos brinda las palabras oportunas y las actitudes para seguir en su camino.
2. Jesucristo nos confronta, porque sabe nuestra respuesta. La mujer respondió: “Es cierto, Señor, pero los perritos debajo de la mesa, comen las migas que dejan caer los hijos”
Esta respuesta fue extraordinaria. Porque indica que ésta mujer se contenta con lo mínimo y eso es suficiente. Otro texto dice: Señor no soy digno que entres bajo mi techo, tan solo di una palabra y bastará para la sanación. Nuestra disposición y abandono en Jesucristo tiene que llegar hasta éste nivel, para transformarnos.
Esta sirofenicia hizo dos cosas: Se tragó su orgullo. Se controló, porque para ella era más importante la vida y la salud de su hija que reaccionar airada ante una respuesta como esta.
Y también reconoció en Jesús al profeta milagroso, al Hijo de David anunciado, al hombre que viene de parte de Dios, que tenía el poder para sanar a su niña. De pronto, quienes se van ante un regaño o un llamado de atención, es porque no reconocen a Jesús realmente.
Esta mujer, considerada de segunda categoría en aquella época, extranjera, pagana, con su religión distinta a la de los judíos, viene a pedir a Jesús para que aliente a su hija; también una mujer (ni siquiera para un hijo varón) Y, finalmente, pide que la salven del peor mal que era estar endemoniada (¡a saber qué habrá hecho para acabar así!. Era la mentalidad).
Así que aquí tenemos ante Jesús, la más sucia, la más baja, la más pobre de las personas que se le podía presentar. La sirofenicia representa a todos aquellos que aparentemente la sociedad y sus leyes les ha hecho ver que no tiene ningún derecho. Y así, se lo recuerda inicialmente Jesús: mujer tienes las leyes en tu contra; que eres extranjera, sin papeles, pobre… que no eres de los residentes ni de los escogidos del pueblo de Israel a quien yo me dedico… Jesús nos confronta pero también es todo corazón. Atiende nuestra plegaría y nos conforta en la fe.
3. Se acrecienta nuestra fe. “Los perritos comen también de las migajas que dejan caer los hijos...” Ante una respuesta tan humilde como esta, el Señor le contestó: “Mujer, qué grande es tu fe. Vete, por lo que has dicho el demonio ha salido ya de tu hija”. Y concluye el Evangelio: “Y llegada a la casa, halló a la niña acostada en cama, liberada del demonio.
Jesús quería pasar desapercibido, (el secreto mesiánico) y primero quería predicar el Reino de Dios entre los judíos. Solo que la fe de la gente, a veces adelanta el reloj de Dios. Otro ejemplo es el de María en las bodas de Caná, donde Jesús adelanta el inicio de su obra, la manifestación de su gloria nada menos que por intercesión de su Madre.
Por último, queda un comentario y una pregunta: “Jesús parecía exigir mucho de esta extranjera que se atrevió a venir a suplicarle por su hija. ¿Seguirá confiando en El después de esa dura palabra? Sabemos que Jesús conoce el corazón de los seres humanos y prueba a esta madre porque sabe que es capaz de una fe más grande. Jesús nos confronta y espera de nosotros una fe grande. “El oro se prueba en el crisol” Lo que no nos destruye nos fortalece. Alabado sea en nombre del Señor…
Que tengan un esplendoroso día.

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