miércoles, 10 de junio de 2009

MATEO 5,27-32


Nuestro cuerpo es simbólico. Habla siempre; por eso a veces sobran las palabras y un silencio, un gesto o una mirada pueden decir mucho más...
Sería interesante que evaluáramos ¿Cómo es nuestra mirada de discípulos? y ¿Qué es lo que más miramos a lo largo del día? Porque de acuerdo a eso, es nuestra percepción del mundo…
El adulterio (Vv. 27-30). Las palabras de Jesús son precisas: “Quien mire a una mujer deseándola” (5,28a). Notamos que el asunto está, en la mirada maliciosa del varón y más en lo que tiene en su corazón. Dicen por ahí, “de la abundancia del corazón, habla la boca”.
La mirada del discípulo. Según el documento de Aparecida (Capítulo II). Es una mirada clara y comprometida con la realidad del mundo de hoy. Para nosotros como discípulos del Señor, el desafío tiene que ver con la pureza del corazón, y esto se manifiesta en la forma como hago un servicio desinteresadamente, cuando respeto a los demás y los valoro como personas no como objetos…
La fidelidad. No se pueden entender estos versículos (29 y 30) de una manera literal o como una realización material; porque si perdemos un ojo, una mano o lo que sea, tendremos la posibilidad de seguir pecando… ¿Cuál es el sentido?
El sentido es de “sacrificio” en la línea del proyecto de fidelidad a Dios. (En todos los estados de vida). Cortar una situación a tiempo porque después es peor. Esto suena muy bonito aquí escrito, pero en la realidad es complejo y complicado. La oración personal y comunitaria, una distancia prudente, el acompañamiento espiritual de alguien capacitado y comprometido, la práctica pastoral… contribuye para un claro discernimiento y una elección posterior.
El divorcio (Vv. 31-32). Continuando con la reflexión anterior. Después de un tiempo se pueden dar cuenta, si continuar de otra manera es una alternativa o cortar definitivamente con la relación es lo mejor. Lo más importante es la vida y en éste caso del evangelio, el derecho de la mujer.
Sabemos que el matrimonio es para toda la vida, pues se jura un amor para siempre, de lo contrario sería una vil mentira. Y quitar las oraciones, los cantos… todo lo que se celebró es imposible, todo ello es la obra de Dios creador de unidad e indisolubilidad… que le vamos a hacer.
Los discípulos del Señor somos llamados siempre a reconquistar el amor. En caso tal que sea imposible la convivencia, tengamos en cuenta que Dios quiere siempre el bien para sus hijos e hijas. Dios les bendiga, un abrazo.

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