jueves, 11 de junio de 2009

MATEO 10,7-13


Llegar a otro sitio trae consigo una novedad, y si es un extranjero quien llega, mucho más; porque se despierta en quienes están en el lugar, la curiosidad, la admiración, el reconocimiento, la identidad... Y aunque, lleguemos a la misma parte, la experiencia siempre será distinta.
Llegamos a determinado sitio por gracia de Dios, que nos convoca y por gracia de él nos convertimos en mensajeros de buenas noticias. Amigos del Señor, con una única misión de prestar un servicio evangelizador, siendo signos de su presencia en éste mundo y por ende continuadores de su proyecto de vida.
Un servicio gratuito.
Así, como la naturaleza que es generosa, y no conoce límites, ni fronteras… que da en abundancia a todos. Así como Jesús de Nazaret, que se entregó sin reservas y sin esperar nada a cambio.
El misionero por justicia, debe entregarse gratuitamente: visitando los enfermos, orientando a los necesitados, orando por y con las familias… y por justicia también, recibirá su paga, porque la gente sostiene la misión cuando ve el compromiso del misionero.
Lamentablemente, en ocasiones hemos recibido mucho gratuitamente y lo que hemos dado ha sido poco y cobrando…
Un signo.
“Abandonarnos en Dios” Dice el texto: “No lleven oro, ni plata, ni cobre, ni provisiones para el camino. No lleven ropa de repuesto, ni san­dalias, ni bastón… Pues, el obrero tiene derecho a su sustento”. El misionero es reconocido por su austeridad, su sencillez, su desprendimiento…
La gente sencilla, nos enseña que si es posible vivir con pocas cosas y desprendidos hasta de lo más preciado. Qué bien caería un retiro previo a las misiones para vaciarse de realidades tormentosas y llenarse más de Dios.
Un proyecto de comunidad.
El misionero involucra a toda comunidad y les anuncia el mensaje de paz; en esa misión, Jesús nos advierte que hay comunidades y personas difíciles. Nos brinda entonces un consuelo para seguir evangelizando: “Si la paz, no la reciben, vuelve a nosotros”.
La paz solo puede estar en donde la reciben y como don del Espíritu Santo se necesita disposición de corazón. La paz también es tarea responsable del ser humano, para construirla, fomentarla…
Que sea Dios con su santo Espíritu, asistiéndonos en la labor evangelizadora, mediante el servicio desinteresado, el reconocimiento de su presencia en lo que hacemos y concediéndonos esa capacidad de congregar y ganar a muchos y muchas para el Reino de los cielos.
Un abrazo y que tenga un día esplendoroso.

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