jueves, 4 de junio de 2009

JUAN 5,31-47


La opinión de una persona puede ser muy importante en un momento oportuno. Puede incluso salvarle la vida. Recuerdo que buscaban al sacerdote para que intercediera por x o y persona que iban a asesinar la guerrilla o los paramilitares. Generalmente, llegaba a tiempo otras ya era tarde. El testimonio de cada uno no era válido para que le respetaran la vida. Independientemente de lo que haga, toda persona tiene derecho a vivir. Es lamentable ¡hasta dónde hemos llegado! Por ideas, comentarios, comportamientos… condenamos y hacemos daños irreparables. (La situación es compleja). Solo afirmo que en pleno siglo XXI, nuestro país se sigue manchando de sangre, por situaciones que se pueden: dialogar, reparar, penalizar…

Nos parecemos a los judíos que tenían únicamente como testimonio válido, aquellos que eran avalados por dos o tres testigos (Dt 19,15). Jesús de Nazaret, también pasó por aquella situación de tantos de nuestro pueblo.

Jesús cita a favor suyo el testimonio de Juan el Bautista, el testimonio del Padre —que se manifiesta en los milagros obrados por Él— y, finalmente, el testimonio de las Escrituras. Lo hace por ellos para que comprendan y se salven.

Sin embargo, parece que sus palabras chocan y resbalan, ante la incredulidad de los corazones soberbios de los judíos.
Juan Bautista, era la antorcha que ardía e iluminaba… Jesús como Juan el Bautista, era la voz que seguía gritando en el desierto de las conciencias, llamándoles a la conversión, atrayéndolos a su amor. Solo que los judíos no le entendieron. ¿Le entendemos hoy nosotros?

Sigue diciendo Jesús, yo tengo un testimonio mayor que el de Juan y son las obras que el Padre me ha encomendado, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí. Es el Padre me ha enviado.
Ustedes que escudriñan las Escrituras deben saber que ellas dan testimonio de mí.

Jesús echa en cara a quienes le escuchan, tres dificultades que tienen para reconocerle como el Hijo de Dios:
*La falta de amor a Dios.
*La ausencia de rectitud de intención —buscan sólo el agrado humano—
*Interpretan las Escrituras interesadamente.

Juan Pablo II escribía alguna vez: Para acoger la revelación de Dios, es indispensable ponerse en actitud de escucha, es preciso la disposición desde el corazón. Nuestra disposición a la Palabra de Dios debe mejorar en nuestras vidas. Creo que así existirá un cambio extraordinario en nuestra sociedad; porque sucede que los católicos, los cristianos… decimos que seguimos pero…

Que tengamos un esplendoroso día para hablar bien de nuestro prójimo.

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