lunes, 28 de septiembre de 2009

LUCAS 9,46-50


Cuando nos apartamos del camino y de lo que implica el seguimiento de Jesucristo, caemos en dos situaciones netamente humanas, que nos pueden perjudicar en la construcción del Reino de Dios: La búsqueda de poder y el vivir en el exclusivismo.

La búsqueda de poder. “Los discípulos discutían, cuál de ellos era el más importante…”

¿A quién no le gustaría ser el más importante en alguno de los campos: las letras, las ciencias, las artes, la política, el deporte, la religión…? ¿A quién no le gustaría que le felicitaran, que le dieran trofeos o medallas? ¿Le aumentaran el salario? ¿Vivir en una realidad de élite?...
Es la connotación natural del ser humano, que busca grandes metas, bienes y reconocimientos y pone a prueba sus capacidades. Esto de por sí, no es malo, ni es pecado…
¿Qué enseña Jesús a sus discípulos?
Ante todo dos cosas: 1. Que quien tiene poder o el más importante, debe recibir a los pequeños, a Jesús mismo y a Dios. Jesús dijo: “El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado”. Es decir, entre más importantes seamos, más estudios, títulos, autoridad, reconocimientos… más compromiso con Jesucristo, en los necesitados. A quien más se le da más se le exige.
2. Que quien tiene poder o el más importante se reconoce por el servicio. Jesús dijo: el más pequeño de entre ustedes, ése es el más importante» Es claro, que el servicio debe ser desinteresado y a conciencia, muy contrario a la propuesta de la sociedad de consumo, que busca un interés individualista y de provecho económico… Vale preguntarnos: ¿Quiénes son los más importantes en nuestra casa?

Vivir en el exclusivismo. Dice el evangelio: “…Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros…”

¿A quién no le gusta sentir que pertenece a la única Iglesia? ¿A quién no le gusta tener criterios válidos para desaprobar a los demás? ¿A quién no le gusta que otros pertenezcan a nuestra Iglesia católica? ¿A quién no le gusta acomodarse a un estilo exclusivo de pensar y de vivir?...
Sin embargo, el seguimiento de Jesús implica apertura a otras formas de ver. Respetar el trabajo que realizan otros que no son de nuestra Iglesia, descubrir que el Espíritu Santo se manifiesta de muchas formas y que existe una única vocación universal que es hacer el bien.
Jesús les dijo: “No se lo impidan, pues quien no está contra nosotros, está a favor nuestro”. Es decir, el estar con Jesús nos permite ver más amplio, siempre y cuando le contemos lo que nos sucede, lo que descubrimos…
Shalom para ti. Un abrazo

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