sábado, 26 de septiembre de 2009

MARCOS 9, 38-43


Estamos inmersos en un mundo pluralista, por ejemplo vemos en los diferentes campos: muchos partidos políticos, muchas expresiones religiosas, variedades culturales... ¿Qué enseñanzas nos deja el evangelio, para mejorar nuestra vida?

Crecer en el espíritu de Dios.

El Espíritu Santo no tiene preferencias, el trasciende (sopla…) donde quiere y no existen barreras. A veces nosotros simples mortales, nos creemos poseedores del obrar de Dios. Creemos que por estar en la Iglesia católica, nos pertenece toda la revelación… Cuánto nos falta valorar, que en otras religiones también Dios puede actuar, puede manifestarse…
Crecer en el espíritu de Dios es alejar nuestros intereses mezquinos, de autoridad, de exclusividad… y aceptar el proyecto de Jesús (Mc 9,39). Que es ante todo el bien de la persona.

Valorar el bien que hacen los demás.

Nuestra vocación universal es hacer el bien y aquí nos unimos todos (cristianos y no cristianos). Si tenemos esto presente, tendremos más respeto para con nuestros hermanos de otras religiones. Es triste, existen grupos que se hacen llamar “iglesias” y viven echándole el agua sucia a los demás…
Un compromiso de todos sería buscar lo que nos une y proyectarnos al servicio de quienes lo necesitan. Entonces, habrá más paz, más fraternidad, más servicio… Toda persona que obre un bien a los demás, es de Dios y debemos procurar que lo siga haciendo.

Radicalidad en el seguimiento.

Nuestra identidad como discípulos del Señor Jesucristo, tiene que permanecer. Las realidades a veces, para ser testigos y testimonios de Dios, no son las mejores. En ocasiones, por nuestra condición humana, puede más el desaliento, la tentación, el pecado… que la gracia de Dios.
¡Cuánto cuesta mantenernos firmes! Cortar de raíz situaciones, que no nos ayudan en el discipulado. Cuestiones de los sentidos que nos esclavizan, nos quitan tiempo, dinero… La radicalidad en el seguimiento, implica dejar situaciones, aunque no nos guste mucho.

Oración.

Dios Padre-Madre que en todas, en todos y en todo te manifiestas; abre nuestros corazones y nuestras mentes para comprender mejor lo que desde siempre nos estás comunicando, incluso a través de aquellos que te conocen por otros caminos y con otros lenguajes que los nuestros; arranca de nosotros toda tentación de exclusivismo y mantennos dispuestos a ayudar y a dejarnos ayudar en la construcción colectiva de tu Reino. Nosotros te lo pedimos inspirados en Jesús, transparencia tuya. Amén. (Oración tomada de Koinonia)
Un abrazo de oso, Shalom para ti.

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