lunes, 14 de septiembre de 2009

LUCAS 6, 43-49


Jesús está concluyendo el sermón de la llanura y a esta altura, quienes caminan con él, ya tienen elementos para revisar su autenticidad en el discipulado.
Las palabras no bastan y le presenta tres imágenes: el árbol que se conoce por los frutos, el tesoro desde donde se saca perlas y la casa bien cimentada, todas ellas que hablan de la coherencia de Vida (palabra y obra) y nos invitan a una construcción cristiana más sólida.
Veamos detenidamente tres aspectos y sus imágenes:


1. La sinceridad en el seguimiento. Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa…
Nosotros por ser hijos de Dios somos llamados a dar buenos frutos. No puedo ir a un árbol de naranjas y recoger manzanas. A veces, nos aprovechamos porque hay quienes nos buscan para un consejo, un apoyo… y no encuentran en nosotros, que nos consideramos buenos aquél fruto provechoso. La libertad nos desestabiliza.
Claro que es todo un ambiente que se va creando, y a veces como dice en otro texto, precisamos de limpiar, abonar, esperar un tiempo… Hacer procesos…


2. La obediencia a su Palabra. Del tesoro de nuestro corazón sacamos las perlas que hemos labrado, guardado…
Dos aspectos para revisar en la obediencia: El primero tiene que ver con el acumular. Un ejemplo: el camión de la basura que recoge cuanta porquería encuentra y luego la vota en un lugar. Así aparecen muchas personas, que van acumulando rabias, egoísmos, envidias, rencores… y buscan a quien echarle toda esa podredumbre y lo peor, es que existe quien la reciba, porque están peores o iguales que los primeros… Es la lógica, si se acumula en los tesoros de los corazones perlas de bendiciones, pues salen luego bendiciones y a la inversa igual. Dice la escritura: “De la abundancia del corazón habla la boca”
Un segundo aspecto tiene que ver con la escucha. Dice: ¿Por qué me llaman "Señor, Señor" y no hacen lo que digo? La obediencia tiene que ver con la escucha atenta. Obedecer a su palabra, cumpliendo así con la voluntad de Dios. En la escucha radica el aprendizaje. Somos llamados a escuchar más (Dos oídos y una boca).


3. La solidez. Quien escucha mis palabras y las pone por obra, se parece a quien construye una casa…
Es interesante, para que la casa no se destruya y encontrar seguridad, lo primero que se debe hacer es una excavación profunda, (Si vamos a construir un edificio como el de Colpatria, no le vamos a hacer una base como la de las casas de cartón de ciudad Bolívar). Revisar en el fondo de su corazón, ver lo que hay y sacar lo que no le permite crecer y tiene que sacarlo, porque de lo contrario no se puede echar cimiento, es decir habitar el Espíritu de Dios.
Cuando quitamos los obstáculos y vamos orando… en ese momento estamos construyendo las paredes más sólidas capaces de soportar cualquier viento o tempestad, por muy fuerte que parezca.
Estamos escuchando y poniendo por obra. Y si no, ponemos en práctica la Palabra, entonces toda dificultad, todo tropiezo por pequeño que sea nos va a estremecer y nos va a destruir. Vale preguntarnos: ¿Qué base hemos construido? O mejor ¿qué tanta profundidad le estamos haciendo a nuestra vida? ¿Estamos sacando lo que no sirve para nada? ¿Estamos construyendo para algo grande? ¿Qué tanta solidez tenemos?


Recuerda: los materiales con los que construimos son importantes, porque a ratos creemos construir con lo mejor y resulta que no, pues estamos utilizando imitaciones no sólidas… (Lo barato a veces sale más caro). Más importante aún es construir en la casa eterna.
Un abrazo, Dios te bendiga.

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